La intervención quirúrgica de un niño no es una situación fácil ni para sus padres ni para él. Si bien es cierto que hay procedimientos de urgencia, donde no cabe la meditación del asunto, hay otros más planificados, que dan tiempo para hacer una reflexión especial y una preparación sicológica previa para enfrentar la operación y hospitalización.
La hospitalización de un niño provoca miedo en toda la familia. Los padres temen que el niño quede solo, que algo falle y que ellos no estén presentes para ayudar. El niño, por su parte, percibe esta angustia a través de las miradas o el nerviosismo de sus papás, y se asusta ante lo que representa una posible experiencia dolorosa. Los temores y formas de enfrentar la hospitalización dependen en gran medida de la edad del hijo y de la actitud de la familia respecto al tema. Según la sicóloga Alejandra Silva, él aprende a mirar con los ojos de su familia. Si sus padres toman la hospitalización con naturalidad, como un procedimiento de rutina para curar alguna enfermedad, el niño la percibirá con calma y disminuirá su ansiedad. Por eso es necesario un proceso de preparación, donde el pequeño -de acuerdo a su edad- se familiarice con el ambiente hospitalario y los padres adquieran el conocimiento necesario para enfrentarse a la intervención.
Prepara la operación
❖❖ Conocer el lugar. Todo lo desconocido puede generar desconfianza en tu hijo. Dependiendo de la edad, la sola idea de ser manipulado con herramientas quirúrgicas le causa temor y a los efectos simples de una hospitalización, como los dolores y la falta de apetito, se suman los efectos reactivos, que incluyen cambios de conducta, regresión emocional, depresión y otras alteraciones. Por ello es bueno llevarlo al lugar de la hospitalización, e idealmente mostrarle el tipo de habitación que ocupará.
❖❖Mantener buenas relaciones. Muchas veces se tiende a olvidar que el paciente es el niño y no se le entrega la información adecuada. Tanto el médico como la enfermera deben presentarse, lo ideal es que sean personas familiares para él.
❖❖ Preguntar y explicar. Los papás deben solicitar al médico tratante que les diga en detalle los procedimientos que involucrará la intervención, considerando la preparación previa y la fase post operatoria. A su vez, el niño debe ser informado -con un lenguaje apropiado a su edad- de cada etapa de su estadía en el hospital, desde que llega hasta que le dan el alta, incluyendo los traslados de pieza, los paseos en camilla, el pinchazo de la anestesia, la operación, el período de recuperación, posibles cicatrices y los controles que vendrán.
❖❖ ¡No le mientas! Es preferible que tenga consciencia de que hay cosas que le van a doler y que tendrá plena libertad de expresarlo, en vez de ocultarle información o mentirle. De lo contrario, pueden surgirle sentimientos de desconfianza hacia sus propias sensaciones, provocándole confusión (“yo siento que me duele y se supone que no debería ser así”).
❖❖ Preparar el bolso. Deja que tu hijo participe en el proceso de preparación práctica, porque eso le ayudará a asumir de mejor forma la hospitalización. Para evitar que extrañe demasiado la casa, deja que lleve algunas de sus cosas más queridas. También pueden llevar libros de cuentos, cuadernos para pintar o rompecabezas.
❖❖ Acompáñalo siempre. Antes de ingresar al hospital o clínica, debe saber que su familia estará presente el mayor tiempo posible. Hay lugares que permiten la permanencia de los padres durante las 24 horas, o por varias horas al día.
La operación: paso a paso
A partir de una publicación de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, desarrollamos la siguiente pauta, para que los niños entiendan cómo será el proceso, desde su llegada al hospital o clínica.
1. Antes de operarte no puedes comer ni beber nada, porque muchos de tus órganos van a estar “dormidos” por la anestesia. Los bebés menores de un año no pueden alimentarse cuatro horas antes de la cirugía, pero pueden beber algunos líquidos previa indicación de su médico. Los niños mayores de un año, en cambio, no pueden comer ni beber leche 6 horas antes de la intervención.
2. Cuando llegues te recibirá una enfermera. Ella te llevará a una cama reservada para ti. Puedes llevar tu juguete favorito si lo deseas. Tus papás estarán ahí, acompañándote.
3. Cuando sea el momento de comenzar la operación te trasladarán en una cama especial, al pabellón de operaciones. En ese lugar habrán máquinas con números y luces de colores, que ayudarán a los médicos a cuidarte mientras duermes. Te llevarán por el pasillo y tu mamá o tu papá te acompañará hasta que te duermas.
4. Te dormirás y no sentirás dolor. En los hospitales tienen unos remedios que te harán dormir. A estos medicamentos se les llama anestesia y hay varias formas de aplicarla. Puede ser con una pequeña aguja que te ponen en la mano o el brazo, que a veces te hace sentir un gusto extraño en la boca, o bien, una máscara que tira un gas con olor extraño. Solo lo respiras unas cuantas veces y te quedas dormido. El pinchazo de la aguja no duele, porque te ponen una crema para adormecer.
5. Mientras estés dormido, te controlarán todo el tiempo. Además, contarán y medirán los latidos a través de unas calcomanías que te pegan en el pecho. A esas mediciones se les conoce como electrocardiograma. Otro aparato que te pondrán es una especie de clip o anillo en uno de tus dedos, para medir tu respiración.
6. Tú dormirás durante toda la operación. Al despertar, sentirás algunas partes de tu cuerpo adormecidas, pesadas o temblorosas, pero esa sensación durará solo algunas horas.
7. Cuando despiertes, estarás en otra sala, nuevamente junto a tus papás. Es posible que sientas dolor, pero una enfermera estará ahí para darte un medicamento.
Dile a tu hijo: “Quizás debas quedarte unos días en el hospital, pero no hay de qué preocuparse. Tus papás van a estar allí para acompañarte y habrá otros niños como que tú. Además, te podrán ir a visitar tus familiares y amigos”.