El bullying es una conducta de acoso o intimidación constante e intencional que se desarrolla en el contexto escolar, y que implica una relación de asimetría entre el agresor y la víctima, ya sea de poder, fuerza, edad o número de amigos que apoyan al primero. Las agresiones pueden ser directas o indirectas, a través de un ‘emisario’, de tipo físico o sicológico.
Felipe Lecannelier, Director de la Unidad de Intervención Temprana de la Universidad del Desarrollo, y quien ha investigado a fondo este tema, señala que aunque el bullying como tal comienza alrededor de los 6 años, hay estudios que indican que en la etapa preescolar ya es posible observar este tipo de situaciones; “niños que desde temprana edad muestran conductas intimidatorias hacia otros, los golpean y molestan”, explica.
Si bien se trata agresiones más simples y generalmente de tipo físico, “lo más probable es que esos comportamientos se hagan más intensos y frecuentes en el período escolar”, precisa el sicólogo.
El origen del bullying
Lecannelier indica que varios estudios han determinado que el ‘peak’ de la violencia en los niños se sitúa entre los 17 y los 30 meses de edad. “En ningún otro momento en la vida tienen más conductas agresivas que en este periodo. A medida que crecen, eso sí, 2/3 de los niños aprenden a controlar esta agresividad. Sin embargo, hay entre un 4% y un 5% que se vuelve cada más violento”, afirma el especialista.
En el jardín infantil comienzan a pegar, morder y molestar a sus compañeros, dificultando la convivencia. “Se ha visto que este 4% a 5% de niños son los que más adelante suelen cometer el 70% de las conductas agresivas en nuestra sociedad. Entonces, si podemos parar a ese porcentaje de pequeños a los 2 o 3 años de vida, estamos haciendo una prevención de la violencia a futuro”, argumenta.
Otra conclusión de estos estudios, es que “si un niño no es agresivo a los 3 o 4 años de edad, es muy difícil que después desarrolle una personalidad agresiva”. A su juicio, este es un periodo muy importante, porque aún se está a tiempo de detener el espiral de violencia al que más adelante pueden exponerse estos menores.
Si bien no hay determinismos -no todos los pequeños que entre los 17 y 30 meses fueron irritables, llorones, peleadores y ‘pataleteros’ van a convertirse en agresores cuando sean escolares- Lecannelier estima que “trabajar desde ya con estos chicos permite evitar un porcentaje importante de bullying a futuro, porque después estos menores suelen ser los ‘matones más duros’ y van buscando formas más sofisticadas de agredir”.
Tu hijo ¿será agresivo?
Debes estar atenta a estas características de su personalidad
Si tiene un temperamento muy reactivo.
Si es hipersensible o llora por todo.
Si sobrerreacciona con rabia.
Si es difícil de calmar y hace muchas pataletas.