Las consecuencias de un cáncer de mamas pueden ser fatales para muchas mujeres. En especial para aquellas que no suelen tomar conciencia de su cuerpo y revisarlo periódica y sistemáticamente. Ya que según las estadísticas este tipo de cáncer afecta a 1 de cada 6 mujeres, es indispensable examinar de manera constante los pechos, y ante el menor bulto, dureza, secreción de líquido o irritación, consultar a un especialista, porque en estos casos es mejor pecar de exagerada.
A partir de los 20 años, toda mujer debe establecer una rutina de auto-examinación y controlar así la aparición de un posible cáncer mamario. Este es un procedimiento sencillo, que se realiza de la siguiente manera:
– Frente a un espejo, se deben observar las dos mamas de manera general, compararlas y verificar que no presenten hinchazón o zonas hundidas.
– Utilizando los dedos índice y pulgar, se debe apretar el pezón y verificar que no salga de ellos ningún tipo de líquido.
– Luego, acostada de espaldas, hay que levantar un brazo y palpar el pecho de manera circular, con cuidado, y sin presionar demasiado. Es necesario tocar detenidamente la parte inferior de cada pecho y la constitución de las costillas que están debajo. Luego, se baja el brazo y se palpa el exterior del seno. A continuación se mueve el brazo lentamente, mientras se revisa el músculo pectoral y la parte superior del pecho.
– Para terminar, con el brazo detrás de la nuca, se palpa la axila para descartar la presencia de nódulos, durezas o inflamaciones. – Todo este procedimiento se repite luego en el otro pecho. Nota: Es recomendable realizar esta rutina 2 ó 3 días después de la menstruación, cuando los pechos están más suaves y no más sensibles de lo habitual.
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Fuente: Extracto del artículo publicado en la Revista PadresOk, abril 2003.