Retomar la vida normal cuando se es madre no es tarea fácil y menos aún cuando se asume por primera vez este papel, pues la mujer debe lidiar con una serie de obstáculos físicos y emocionales.
Durante las semanas que siguen al parto, es probable que el estado emocional sea más vulnerable debido al abrupto descenso de las hormonas del embarazo, especialmente el estrógeno y la progesterona.
Ha comenzado el puerperio, ese lapso en que todo vuelve a acomodarse. Es el periodo en que la mujer deja de ser la protagonista de la familia y se convierte en una madre dedicada, ansiosa por lo que le pase al niño y preocupada por su llanto.
Parece un caos, pero no lo es. La clave está en planificar las actividades y en dejarse un espacio propio.
Para una mujer acostumbrada a trabajar, es complejo tener que quedarse en casa realizando labores que no hacía antes. Puede, incluso, llegar a lamentar el no poder volver en lo inmediato a su trabajo y esa ansiedad por retomar su estilo de vida puede agotarla fácilmente, con lo que pierde la posibilidad de disfrutar a su hijo.
Es posible, además, que envidie a su pareja porque él sigue teniendo una vida relativamente normal e independiente.
Tenga calma. Asumir el papel de madre es una tarea que demanda dedicación y tiempo. Poco a poco aprenderá a manejar la situación y volverá a planificar su vida personal y de pareja.
Organizando la casa
La llegada de un nuevo integrante a la familia resulta un tanto compleja. Las primeras semanas pueden parecer un círculo interminable entre amamantar, cambiar pañales, hacer dormir… Así, los descansos para la madre se hacen breves y la jornada deja a cualquiera exhausta, lo que puede hacerla sentir irritable.
Un recién nacido, en promedio, debiera dormir 16 horas diarias. El dato sirve para que las madres dediquen parte de ese tiempo a ellas y eviten desviar su atención a las tareas domésticas.
En todo caso, se aconseja que a partir de las seis semanas del nacimiento se organice una rutina diaria de alimentación y horas de sueño del recién nacido.
Cómo superar la inhibición sexual posparto
Con lo ocupada que está la madre con su pequeño hijo, lo más probable es que llegue la noche y quiera entregarse a los brazos de Morfeo y no a los de su pareja.
Este agotamiento físico se combina con el drástico cambio hormonal que está experimentando su cuerpo. De este modo, lo más probable es que el deseo sexual decline las primeras semanas posparto. La falta de interés es normal porque el cuerpo necesita tiempo para recuperarse de la tensión del embarazo y el parto.
No obstante, existen otras razones que pueden conspirar en contra de la líbido, como el sentimiento negativo respecto de su propia apariencia física. Por este motivo es recomendable comenzar una rutina de ejercicios apenas el médico lo autorice. También puede influir el temor a quedar embarazada nuevamente. En ese caso, su médico puede recomendarle algún método anticonceptivo copatible con la lactancia.
De todos modos, debe considerar que el inicio de las relaciones sexuales después del nacimiento de un hijo varía mucho de una pareja a otra. Ahora, si ambos sienten deseos sexuales, no existen razones médicas que lo impidan, siempre que haya concluido el periodo de abstinencia posparto.
Las relaciones sexuales pueden resultar beneficiosas para la mujer, porque las hormonas que se liberan durante la actividad sexual estimulan las contracciones en el útero, lo que ayudará a que su cuerpo retorne a su estado normal.