El niño de un año
¡A conquistar la autonomía! Esa es la principal misión del niño una vez que cumple su primer año de vida.
El desarrollo de la motricidad gruesa le permite al pequeño el suficiente equilibrio, fuerza y control de sus movimientos para estar de pie y caminar sin apoyo, cada vez con mayor seguridad. Así va descubriendo su independencia para trasladarse de un lugar a otro y explorar a su gusto.
Una vez que asegura sus pasos, comienza a adquirir otras habilidades: agacharse en cuclillas, caminar hacia atrás, y después de los 18 meses, subir escaleras (primero gateando y después de pie), subirse a la cama y a las sillas e intentar saltar en dos pies.
Además, quiere tocarlo todo. Y es bueno dejarlo, ya que el manipular objetos a esta edad, es el principal ejercicio de desarrollo de la motricidad fina. Además, durante este año el niño aprende a darle el uso correcto a los objetos, es decir, aprende que los cubos son para encajar, los lápices para pintar, etc.
Más y más palabras
El lenguaje también se desarrolla de forma importante a partir de los 18 meses. El niño entiende gran parte de lo que se le dice y comprende instrucciones simples, puede señalar partes de su cuerpo y cerca de los dos años tiene unas cien palabras incorporadas a su vocabulario.
El desarrollo de la expresión y comprensión linguística se hace más fácil cuando los padres utilizan frases sencillas y directas, con una pronunciación clara y responden a todas sus inquietudes en forma adecuada, reforzando la curiosidad propia de esta edad.
Desarrollo social y emocional
La capacidad que el niño adquiere para expresarse verbal y corporalmente, le permiten jugar, socializar y establecer relaciones más entretenidas con sus padres y hermanos. Imita las conductas que observa en su familia y quiere integrarse a todas las actividades. Además demuestra sus afectos con besos y abrazos.
Por otra parte, es la edad en que surge el «no»: el niño se niega a muchas conductas o actividades a las que antes accedía sin problemas, como vestirse, comer o irse a dormir. Comienzan las pataletas. El niño pequeño intenta imponer su voluntad y probar hasta dónde puede desafiar la autoridad de sus padres. Por eso es importante que desde ya los padres establezcan límites y normas claras, pero por sobre todo, el niño necesita recibir felicitaciones cuando se porta bien. Esa es la mejor manera de enseñarle.