Mucho hay de mito cuando se habla de este tipo de medicina. Para aclarar dudas, un médico homeópata especialista en niños nos da su opinión acerca de las ventajas y las restricciones de la homeopatía infantil.
El desconocimiento de los usos y beneficios de la medicina homeopática es el primer enemigo de esta disciplina, que en muchos países -incluido Argentina y Brasil- se incluye como parte de la carrera de medicina. Por eso, para el doctor Rafael Barroso, médico anestesista y especialista en homeopatía infantil, conocer sus alcances es muy útil para los padres, cuando se trata de pacientes tan importantes y delicados como los hijos.
En este sentido, el especialista señala que “hay médicos que siguen creyendo que la medicina homeopática son solo hierbas, y no les gusta que sus pacientes sigan ese tratamiento, en circunstancias que el complemento entre la medicina tradicional y la homeopática podría ser muy bueno”.
Tan buena como la medicina
A diferencia de la medicina tradicional o alopática, la homeopatía -aunque el especialista prefiere llamarla ‘medicina homeopática’, para destacar su carácter científico y la obligación de ser tratada por un médico clínico- busca la mejoría reforzando los propios mecanismos de curación del organismo.
Otra diferencia con la medicina convencional es que a la MH no le interesa establecer las causas de una enfermedad, sino que el enfermo mejore, de una vez y ojalá para siempre. “Tras el estudio clínico clásico, que considera enfermedades actuales y anteriores del niño, antecedentes de crecimiento, desarrollo y datos clínico-familiares, se continúa con un examen físico general y segmentario, que dará el diagnóstico clínico. Luego, se indaga en las particularidades de cada paciente, la forma específica en que el niño vive su enfermedad, su actitud frente a ella, sus gustos, amores, temores, su tolerancia al frío y al dolor, caracteres, rasgos y síntomas especiales que lo hacen único y lo aproximan a un medicamento también único”.
Por eso es que frente a una misma patología, no puede darse el mismo tratamiento a un niño energético, atlético y al que le encanta el deporte, que a otro muy tímido, delgado y que hace poca actividad. Estas y todas las demás conductas y características humanas están descritas en la literatura homeopática, frente a lo cual el médico indica el tratamiento adecuado.
Si el niño es muy pequeño es fundamental que a la consulta asista con sus padres y con la persona que pasa mayor tiempo con él -mamá, nana, abuelos u otro- que pueda entregar datos útiles al médico.
Expertos en homeopatía
Según advierte el doctor Barroso, la única contraindicación de la homeopatía es que no la ejerza un profesional capaz de estudiar, diagnosticar y tratar a un enfermo, es decir, “cualquiera que no sea médico cirujano especializado en medicina homeopática”.
La homeopatía eso sí, pierde su efecto -como agente único de curación- en casos como la esquizofrenia, la medicina quirúrgica, lesiones orgánicas, accidentes, embarazos tubarios o apendicitis aguda. “Las alteraciones mentales provocan una falta absoluta de comunicación médico-paciente, o en casos con daño orgánico grave y de urgente resolución, que requieran cirugía u otro método rápido y obligatorio. Aquí la MH puede servir como tratamiento complementario, potenciando la capacidad de reacción, neutralizando los efectos negativos de la terapia en uso o tratando cualquiera aflicción que interfiera en el devenir de la enfermedad”, indica el homeópata.
Otras ventajas son que no presenta incompatibilidades con otros tipos de medicamentos, reacciones cruzadas ni problemas alérgicos. Su carácter suave, inofensivo (no existe efecto por sobredosis), su aspecto y sabor agradable para los niños y la consideración de sus opiniones y características personales, hacen que el tratamiento homeopático sea muy bien recibido por los pequeños.
¿Qué enfermedades puede curar la homeopatía?
Afecciones alérgicas como virus de sinusitis, rinitis, asma bronquial, conjuntivitis alérgicas; de oído, nariz y garganta; entre ellas sinusitis purulenta, otitis, anginas y amigdalitis crónicas.
Enfermedades bronco-pulmonares como bronquitis, toses rebeldes, neumonitis y neumonías.
Trastornos digestivos como dispepsias, vómitos, diarreas agudas y crónicas, espasmos del lactante y constipaciones.
Enfermedades de la piel como eccemas, erupciones, urticarias, infecciones reiterativas, eritema del pañal y verrugas.
Trastornos conductuales como tartamudez, problemas de aprendizaje, enuresis, perturbaciones del carácter y del sueño e inapetencia.
Enfermedades infectocontagiosas como sarampión, varicela, paperas, hepatitis, escarlatina y sus secuelas; infecciones urinarias y trastornos ginecológicos.
Fuente: Artículo publicado en Revista PadresOk