Es un cuadro inflamatorio poco frecuente y que puede comprometer varios órganos.
A lo largo de la pandemia de Sars-CoV-2, los niños han mostrado tener menor frecuencia de contagio por este virus y una evolución benigna de la enfermedad asociada con un mayor porcentaje de casos asintomáticos, comparado con los adultos. Sin embargo, un pequeño porcentaje presenta un cuadro con fiebre alta, compromiso de estado general, asociado a signos de inflamación a nivel de varios órganos o sistemas, que pueden evolucionar de manera grave, requerir hospitalización y eventualmente tener un desenlace fatal. Este conjunto de manifestaciones es se ha denominado síndrome inflamatorio multisistémico asociado a COVID-19 (o SIM-C).
“Aún no hay cifras precisas de la incidencia de este síndrome o de su distribución por país. En un grupo de estos niños se ha podido demostrar una asociación con enfermedad COVID-19 previa o antecedente de contacto estrecho con enfermos confirmados o evidencia de infección asintomática (presencia de inmunoglobulinas/anticuerpos en sangre), en las 4 a 6 semanas anteriores al inicio del cuadro. Una minoría se asoció a síntomas de enfermedad aguda y PCR COVID (+). Los datos a la fecha no permiten decir cuántos de los niños expuestos al virus van a desarrollar esta evolución grave”, explica la Dra. Cecilia Méndez, inmunóloga infantil y miembro de la Urgencia Pediátrica de Clínica Universidad de Los Andes.
Algunas manifestaciones del síndrome son semejantes a las observadas en otros síndromes inflamatorios, como el de Kawasaki, de shock tóxico por estafilococo o estreptococo, de activación macrofágica y también en infecciones virales habituales como la producida por enterovirus.
Síntomas del síndrome inflamatorio multisistémico en niños
Los síntomas a los que se debe estar alerta son:
– Fiebre alta por más de 3 días.
– Mucho malestar general.
– Acompañados de:
- Exantema polimorfo: “manchitas” en la piel.
- Enantema: garganta roja, dolor de garganta o lesiones en la mucosa oral, labios rojos.
- Conjuntivitis sin secreción ocular (ojo rojo).
- Síntomas gastrointestinales: diarrea, dolor abdominal o vómitos.
- Compromiso cardiológico: mal función cardiaca, caída de presión arterial, shock, síncope.
- Edema (hinchazón) en manos y pies.
- Linfadenopatía (ganglio), habitualmente en el cuello.
- Síntomas respiratorios: dificultad para respirar o tos.
- Dolor de cabeza intenso, confusión.
- Ocasionalmente trastornos de coagulación (más frecuente en adultos).
“Si un niño presenta fiebre alta, asociada a 2 o más de los síntomas descritos, se debe llevar a un Servicio de Urgencia. Ahí se le hará una evaluación clínica y de laboratorio para confirmar el diagnóstico de SIM-C e iniciar una terapia en forma temprana. Además, se deben excluir otros cuadros con síntomas similares”, advierte la Dra. Méndez.
“En el Servicio de Urgencia nos mantenemos alerta desde que se reportaron los primeros casos. A la fecha, se han recibido tres pacientes con síntomas de sospecha de SIM-C, los que se han manejado hospitalizados, de acuerdo a recomendaciones internacionales y locales, en los que finalmente se pudo descartar esta condición”, agrega.
En cuanto al tratamiento y la duración del cuadro en sí, la Dra. Méndez explica que la evolución es variable, dependiendo de los órganos comprometidos y de la intensidad de la inflamación en cada paciente.
“En los servicios de salud estamos preparados para reconocer estos casos y tratarlos de forma precoz, lo que es fundamental para una evolución satisfactoria. Sin embargo, es importante que los padres estén atentos a este conjunto de síntomas (no basta sólo la fiebre) para que consulten a tiempo. Cabe destacar que es poco frecuente en la población pediátrica. Hasta los primeros días de agosto, de acuerdo a cifras de la Sociedad Chilena de Pediatría, se han diagnosticado 143 casos, los que en su mayoría han tenido una buena evolución. La mejor manera de prevenir esta condición es evitar la exposición al Sars-CoV- 2, por lo tanto, es fundamental que las familias mantengan en el tiempo las recomendaciones de distanciamiento físico, uso de mascarilla, lavado de manos frecuente, aseo y desinfección de espacios”, concluye la Dra. Cecilia Méndez.