Comunicar a los niños que usted o un familiar cercano tiene cáncer es otro de los desafíos que impone la enfermedad. Y si bien puede representar un reto no fácil de enfrentar, dialogar con ellos sobre el diagnóstico de cáncer en palabras que ellos puedan entender, es mejor que ocultarlo.
Paola San Martín, psicóloga de Instituto Oncológico FALP, señala que es una inquietud frecuente en los pacientes que tienen hijos, quienes deben tomar en cuenta la edad del niño antes de conversar con él. La noticia de un padre con cáncer a un niño pequeño no necesita información detallada, ya que no será capaz de asimilarla. Sucede lo contrario en un niño mayor o adolescente, ya que a su edad sus preocupaciones van más allá del cuidado básico de parte de sus padres, ellos si necesitan saber más. “Si la información debe ser entregada a más de un hijo y las edades entre ellos son muy disímiles, es preferible tener un acercamiento por separado con cada uno de ellos. Cuando las edades son parecidas, viene muy bien (por lo demás terapéutico) el realizar un encuentro familiar, ya que este momento se puede transformar en un espacio muy útil para tener una visión panorámica de la reacción de cada uno de los niños”.
Entre los 4 y 6 años, se les puede informar invitándoles a que dibujen a su padre, madre o ser querido, ya que su capacidad mental utiliza una función simbólica para representar cosas o ideas. Para luego mediante el uso de ese mismo dibujo originar una conversación lúdica con el niño sobre la explicación de la enfermedad en una parte del cuerpo. Agregando que el tratamiento puede tomar un tiempo largo, pero que eso va a pasar. Es bueno dejarles claro que sería muy raro que el otro padre también se enferme en este momento.
Para conversar con niños más grandes y/o adolescentes, es útil tomar en cuenta sus características personales. También se deben tener en cuenta ciertos puntos básicos como son: el mencionar el nombre del cáncer que se padece y la parte del cuerpo que está afectada, en qué consiste el tratamiento y la probabilidad que se presenten cambios físicos y emocionales durante el tratamiento.
La terapia y sus posibilidades
Respecto de hacer partícipes a los niños de la evolución del tratamiento, la psicóloga explica que es muy útil ‘normalizar’ los efectos secundarios de los tratamientos e informar a los hijos sobre ellos, sobre todo si implican cambios en el aspecto físico como caída del cabello, baja de peso, falta de energía u hospitalizaciones transitorias. Es muy importante dejarles claro que estos cambios serán reversibles, pero no darles un tiempo definido en cuanto a la duración del tratamiento, ya que en algunas oportunidades se extiende más de lo definido y esto puede provocar frustración.
¿Puede mencionarse la muerte como una posibilidad? “Sí, pero sólo ante la presencia de una situación grave dentro de la enfermedad y tomando en cuenta los niveles de comprensión según la edad del niño. Es importante destacar que en el momento de entregar esta mala noticia es necesario hay que procurar estar tranquilo, ya que los niños responden a los estados de ánimo del adulto”, finaliza la profesional.
El apoyo de la familia
Es recomendable solicitar ayuda a algún familiar o amigo cercano en quien los niños confíen para ayudar especialmente en labores de distracción y soporte educativo, ya que habitualmente estas son las áreas que pueden causar mayor frustración en los padres enfermos, debido a que muchas veces no se tiene la misma energía de antes para cumplir estas tareas. “Es fundamental organizarse para no cambiar hábitos o rutinas y de esta manera garantizarles que todas sus necesidades y actividades estarán cubiertas a pesar de la enfermedad”, finaliza la profesional.