Los sueños representan para grandes y chicos una ventana a un mundo totalmente desconocido, aunque no por eso fascinante y repleto de aventuras. Escenas de la vida diaria, pasajes conocidos y por conocer, sentimientos, emociones y sensaciones llegan desde el inconsciente hasta nuestra almohada, cada noche.
Desde que están en el útero los niños tienen actividad onírica y cuando nacen, siguen teniendo estas experiencias nocturnas, aunque como no tienen la capacidad de verbalizar lo que les sucede, no pueden llevar sus sueños a un relato.
El psicoanalista Francisco Alcoholado, señala que «antes de los cuatro años los niños no entienden el concepto de soñar y aproximadamente desde los cuatro años y medio ellos logran hacer la diferencia de lo consciente y de lo que ocurre en los sueños, empezando a relatar lo que viven mientras duermen».
El profesional agrega que «es un error de los padres no tomar en cuenta lo que sueñan sus hijos, ya que de esa forma pierden la posibilidad de captar el estado general de los niños o alguna situación difícil por la que estén pasando».
Elementos de los sueños infantiles
A lo largo de su desarrollo y hasta los 13 a 14 años, los niños pasan por cuatro etapas en su despertar onírico. La primera de ellas se refiere a los sueños con un gran componente mitológico y es recurrente que se enfrenten a dragones, luchas con monstruos o princesas encantadas.
El segundo motivo de sus sueños tiene relación con los deseos no cumplidos por los pequeños y es común que en esta etapa vayan al paseo al que no los dejaron ir, se compren el vestido que no les compró papá o jueguen con la mascota que ansían tener.
El tercer y gran momento en el despertar onírico es la representación de situaciones que ocurren en su entorno. Los niños logran captar las situaciones conflictivas y reflejan la atmósfera emocional y psíquica de su hogar, pero como no dominan el lenguaje, no son capaces de racionalizar el problema por el que está pasando la familia.
La cuarta y última etapa se basa en que muchos de los sueños de los infantes son anticipatorios, es decir, la semilla de lo que va a hacer el niño en un futuro cercano o lejado está en el sueño. Los temas que van a venir a la conciencia se reflejan en el inconciente y es habitual que los menores vivan situaciones que recuerdan haber experimentado mientras dormían.
El rol de los padres
Como indica el psicoanalista, «el rol de los padres en el tema de los sueños es lograr que ésta sea una temática recurrente en el hogar, ya que de esta forma pueden tomar la información que le entrega sus hijos y conversarla en pareja. Así, los papás pueden detectar situaciones tan complejas como a qué se debe el mal rendimiento escolar o el aislamiento que presenta el niño».
Francisco Alcoholado asegura que «cuando el menor sabe que los sueños juegan un rol importante en la familia -al igual que los cuentos y la fantasía- los relata con naturalidad, pero, por el contrario, cuando no se le pregunta nunca acerca del tema, no los va a contar y los olvidará».
Fuente: Francisco Alcoholado, psicoanalista.