Por Silvana Di Monte Giordani.
Un instrumento importante para estimular el lenguaje es la lectura. Leer historias simples, que contengan dibujos, despierta la curiosidad en el niño y estimula el lenguaje porque va aprendiendo nuevas palabras. Cuando se les lee a los niños hay que hacerlo más lentamente y cortando las palabras en sílabas. También es bueno cambiar los tonos de voz según el personaje. La lectura profundiza la capacidad de comprensión de los niños.
También hay que aprovechar esta instancia de la lectura para profundizar la comunicación no verbal del niño. Cuando se lee hay que acompañar la lectura con gestos de las manos, de la cara o de todo el cuerpo, enseñándoles la sorpresa, la felicidad, la tristeza. De esta manera le entregamos instrumentos para que pueda expresar sus propios sentimientos.
Además la lectura sirve de estímulo para que el niño pida sus cosas a través del lenguaje y no de señas o llanto. Por ejemplo si quiere pedir agua, y la pide indicándola no se la de inmediatamente, con esta actitud, solo le enseñamos a obtener las cosas que desea con el mínimo esfuerzo. El adulto que cuida al niño tiene que ser firme y determinante. Si quiere agua y la indica, le decimos “Cariño, ¿quieres agua?” Poniendo al final la palabra del objeto que el niño desea. El niño asiente con la cabeza o dice “sí”. Formule nuevamente la pregunta. Verá como poco a poco el niño repetirá las palabras que usted dice.
Estimular el lenguaje debe ser un proceso lento y lúdico, pero no los sobrecargue con estímulos, podría producir un efecto contrario.