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Las consecuencias de un mal sueño en los bebés

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Es normal y esperable que un recién nacido tenga varios despertares nocturnos, pero cuando esta situación se prolonga más allá del segundo semestre de vida, hay que poner atención. El doctor Tomás Mesa, neuropediatra, advierte que “cumplido el primer medio año de vida, un pequeño debe ser capaz de dormirse solo, en su propia pieza y durante 11 a 12 horas seguidas. Si no lo hace, la razón es simple: no ha aprendido a dormir”. Este especialista señala que el mal dormir tiene que ver fundamentalmente con cuatro situaciones: bebés que duermen poco, que tienen muchos despertares nocturnos, que se mueven demasiado mientras duermen y aquellos que duermen en exceso.

 Un buen dormir es fundamental para la conservación y reparación de los órganos y sistemas del organismo. Permite un adecuado desarrollo del sistema nervioso central, la memoria y el aprendizaje. Por eso, los bebés que no tienen un sueño apropiado ven afectados casi todos los ámbitos de su desarrollo.

Por qué duerme mal

Una de las quejas paternas más frecuentes es sus hijos duermen poco. Al respecto, el doctor Mesa señala que “es importante estar seguros de esta impresión, ya que es habitual que cuando hacemos un histograma o diario de sueño de un niño que supuestamente duerme poco, vemos que la suma del tiempo de sueño es normal”. Y es que a veces los padres desconocen cuántas son las horas que debe dormir un niño, dependiendo de su edad. Si bien es normal que un recién nacido duerma unas 17 horas diarias, en su época de lactante hay que tener claro que esas horas habrán disminuido a 14.

Además, cuando se calculan las horas de sueño de un niño, muchos padres olvidan incluir las siestas. Un lactante de 8 meses, por ejemplo, duerme dos siestas en el día (una corta de media hora en la mañana y de dos horas en la tarde). Después del año, en tanto, sólo suelen hacer la siesta de la tarde. También es conveniente averiguar si hay alguien en la familia -madre, padre o abuelos- con tendencia a dormir poco, ya que esta característica puede ser heredada.

Lo importante, además de considerar las horas de sueño normal, es evaluar si el niño está creciendo y comiendo bien, tiene buen carácter y no exhibe mayores alteraciones de desarrollo o de comportamiento. “Cuando hay problemas de crecimiento, irritabilidad, inapetencia o retraso de su desarrollo psicomotor, es necesario investigar la causa, ya que el problema del dormir puede ser parte de sus alteraciones, ya sea causa o consecuencia”, precisa este neuropediatra. Si, en cambio, se trata de un bebé que tiene muchos despertares, se debe investigar si tiene alguna enfermedad crónica asociada o reflujo gastroesofágico, alergia a la proteína de la leche de vaca, cuadros respiratorios, enfermedades genéticas o malformativas.

Malos hábitos

De acuerdo al doctor Mesa, la mayoría de los niños que consultan por esta razón son sanos, tienen un buen desarrollo psicomotor y un adecuado crecimiento, pero presentan malos hábitos de sueño. En estos casos, explica, “se debe apuntar a re-establecer los hábitos de sueño, de alimentación, siestas y sobre todo, el ambiente socio-parental que los rodea. Hay que considerar la relación entre los padres y, por otro lado, la estabilidad familiar”, dice. A corto plazo, los despertares frecuentes pueden afectar al niño llevándolo a ser irritable y somnoliento en el día, en tanto que en sus padres provoca agotamiento y mal carácter, lo que a su vez favorece situaciones de maltrato intra-familiar, especialmente hacia el niño. A mediano y largo plazo, éstos pueden afectar el desarrollo infantil. “Hay muchos niños con trastornos del desarrollo, desde pacientes con Síndrome de Déficit Atencional a niños con otra inmadurez, que tienen el antecedente de muchos despertares cuando eran pequeños. Los estudios tienen que determinar si estas alteraciones del sueño fueron la causa de su inmadurez o eran ya parte de su condición, pero es importante tenerlo en cuenta”, aclara el especialista.

Inquietos durante la noche

Otro problema asociado al mal dormir de un bebé tiene que ver con moverse mucho durante el sueño, una condición que el doctor Mesa considera habitual y sin mayor importancia. “Es común, especialmente en los menores, que durante el dormir se destapen, muevan las piernas, emitan sonidos, amanezcan en los pies de la cuna o al revés. En los estudios video polisomnográficos -en los cuales se filma y se analiza en sueño con electrodos en el cuero cabelludo- es frecuente observar este tipo de movimientos.

Hay algunos que se mueven más, obviamente, pero eso no los deja agotados y en el día no les provoca problemas”, aclara. En niños más grandes puede presentarse una enfermedad conocida como el Síndrome de Piernas Inquietas (bastante más común en el adulto), que se caracteriza por una necesidad imperiosa de mover las piernas, lo que les impide dormir. Respecto de aquellos pequeños que duermen más horas de lo esperable para la edad, el doctor Mesa señala que, hasta cierto punto se le puede considerar normal. Como indica el especialista, “si bien existen lactantes que son más dormilones, es necesario investigar si hay otra enfermedad asociada, como un retraso del desarrollo psicomotor, una hipotonía, falta de fuerzas o una dificultad para alimentarse o crecer. En la mayoría de los casos es sólo una particularidad del bebé, pero si es muy exagerado, puede ser consecuencia de una enfermedad de base, como las mencionadas «.

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