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Jugar a leer: les encanta

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Ya nadie tiene dudas de las ventajas que tiene enseñar a los niños a disfrutar de la lectura. De pequeños, el hojear libros despierta su curiosidad por aprender y desde los 6 años, una vez que pueden leer por sí solos, facilita su aprendizaje y la adquisición del conocimiento.

En el mundo cada vez más sellos editoriales se dedican a desarrollar libros para niños y actualmente existe una gran variedad destinada justamente a los más pequeños. ¿Por qué? Porque mientras más temprano se incorporen los libros en su juego cotidiano y no después -en el colegio, como parte de los útiles escolares- mayor será el gusto que despertará en los hijos. La idea es, como explican los expertos, que los más chiquititos asocien la lectura con diversión.

Para lograrlo primero es necesario partir haciendo de la lectura de cuentos una rutina diaria. Ojalá en un ambiente distendido, donde las personas que se disponen a leer -mamá, papá, abuelita o nana- tengan hacia el niño y el libro que le leerán una actitud amorosa y alegre. Si no existe el ánimo o tiempo necesarios, mejor dejarlo para otro momento, porque la lectura de un cuento debe ser siempre un momento agradable para quien lee y para quien escucha.

Un niño puede habituarse a que le lean cuentos desde bebé. Y no solo a la hora de dormir. Una alternativa es en la mañana, antes o después de almuerzo, o en una plaza durante el paseo de la tarde o luego del baño. No hay edad, tiempo ni lugar que no sea el adecuado cuando la lectura está motivada por el interés de entregar al niño un momento de nuestro tiempo.

Para niños de 0 a 1 año, son ideales los libros de plástico o género, que tengan colores y dibujos llamativos que ellos identifiquen, como animales, juguetes o ropa. Es importante, durante la lectura, que los adultos articulen adecuadamente las palabras al leerles o mostrarles los dibujos, para apoyar la expresión oral del niño.

A los pequeños de 1 o 2 años ya es posible leer cuentos cortos y frases simples, apoyadas por dibujos grandes y coloridos. Lo ideal es que traten de temas cercanos a ellos, como los amigos, la familia o los animales.

Imágenes, sonidos y formas

Asociar los libros con un sentimiento de felicidad o agrado es el primer paso para que, luego, los niños quieran jugar a leer con sus libros de imágenes, sonidos y formas. Claramente, un niño de 1 o 2 años no se sentirá atraído por un libro con demasiados textos y pocas imágenes de colores. Cada libro tiene su público.

¿Cuáles son los más indicados para ellos?

Los libros que pueden manipular y apretar. Los hay de materiales flexibles, como plásticos, ideales para meterlos a la tina mientras se dan un baño; de género, para combinar con materiales como velcro, botones o cierres, y que les sirven para entrenar su motricidad fina; y los de tapas y páginas duras, que pueden hojear cuantas veces quieran.

Los libros para jugar y armar. Hay una gran oferta de libros puzzle básicos (desde dos piezas), o que traer una figuras para encajar en las distintas páginas. También hay algunos que al presionarlos, emiten distintos sonidos.

Libros para tocar. Son muy útiles para desarrollar el sentido del tacto. Por ejemplo, títulos relacionados con los perros, muestran en su superficie pieles muy suaves y otras más rugosas; una gran experiencia para los niños que recién están familiarizándose con los animales.
Libros para escuchar. Existe una gran variedad de libros que atraen a los niños por los sonidos que emiten. Muchos tienen teclas en sus páginas que se relacionan auditivamente con la historia que cuenta. Otros, para bebés, son libros de los que sobresalen cascabeles, muy prácticos y educativos.

Crecer y aprender
Los cuentos aportan a la imaginación del niño nuevas dimensiones a las que le sería imposible llegar por sí solo. De este modo enriquecen su vida interna, ya que son una excelente forma de potenciar el desarrollo sicológico, afectivo y las capacidades cognitivas, además de fortalecer los lazos entre quien narra y quien escucha.

 

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